“Mi bebé empezó a hablar a los 10 meses”- dice una madre orgullosa a otra con un bebé de 14 meses que aún no articula palabras comprensibles en el lenguaje de sus padres. Pero la inteligencia es más que la expresión del lenguaje, implica un cúmulo de habilidades que se van desarrollando durante el crecimiento, así cada etapa tiene sus hitos o metas de desarrollo, alcanzarlas son signos de sano crecimiento.
¿Es mí Bebé Inteligente?
Lo primero que hay que tener claro es que las habilidades cognitivas, se refieren a esas capacidades para comprender la realidad que están asociadas a una larga lista de procesos mentales básicos:
- La sensopercepción, cuando puedes usar tus sentidos para comprender la realidad.
- La atención, proceso indispensable para el aprendizaje, si puedes enganchar con una experiencia o idea y asimilarla como parte de tu vida, estás atendiendo.
- La memoria, la capacidad de codificar y guardar información, almacenarla y reutilizarla cada vez que la mente necesite asociar estímulos.
- El pensamiento, cuando podemos razonar o tomar decisiones, hacer uso de la facultad que nos humaniza “pensar”.
Todos estos procesos se van haciendo más complejos con el trascurrir del tiempo, con las experiencias del día a día, en cada etapa del desarrollo. Chilina León (2018) dice que todos estos procesos se ponen en marcha en forma armónica, respetando el papel de cada uno en el acto inteligente y las posibilidades en cada período evolutivo en el que las personas enfrentan las tareas de aprendizaje. En otras palabras, comprendemos el mundo en la medida que vamos desarrollando los procesos cognitivos (del pensamiento) progresivamente, entendiendo que lo que un bebé de 6 meses hace jamás será de tanta complejidad como lo logra un niño de 1 año, cada etapa tiene sus desafíos, pero un logro es la base para la siguiente experiencia.
Si necesito evaluar el desarrollo cognitivo de un pequeñín de seis meses o menor de 3 años de edad, es ilógico pretender hacerlo desde la medición del lenguaje, pues apenas está adquiriendo habilidades lingüísticas, entonces la base para la evaluación del desarrollo cognitivo en esta edad está sustentada en las habilidades biológicas y motoras; la maduración del bebé va por buen camino si éste puede dar muestras de percibir el mundo a través de ver, oler, degustar, tocar y oír. En resumen, el uso de sus sentidos y sistema nervioso, o mejor conocidas como las habilidades neurosensoriales me darán las señales del sano desarrollo psicológico del bebé. A la par de sus sentidos, el bebé siempre está en movimiento constante, y es el movimiento precisamente lo que estimula la corteza cerebral, área del cerebro donde se hallan las funciones superiores del pensamiento. En otras palabras, los niños desarrollan su inteligencia en movimiento.
La imagen conservadora del niño inteligente que pasa horas “quietesito” tocando piano es URGENTE que cambie, no todos son “el pequeño Mozart”. La inteligencia es acción, y no se limita a la mera expresión de lenguaje, por eso es importante que respetemos la naturaleza de nuestros niños, permitiéndoles conocer el mundo y crecer con las habilidades propias de su edad desde el movimiento. Piaget (1974), señala que “el desarrollo es, en un sentido, un progresivo equilibrarse, un paso perpetuo de un estado menos equilibrado a un estado superior de equilibrio”. Todo niño es inquieto le gusta subir, bajar, correr, escurrirse, así es como aprende, así logra su equilibrio. Respetemos sus ritmos y naturaleza.